Wednesday, May 15, 2013

TOLLOTA: El proceso

Forma

De materialización, material, materia. Acciones. 

Pre-Tollota

—Ay pobrecitos los niños, ¿y qué? También en Colombia hay niños esclavizados en las minas, ¿y qué? No sólo es Disney. 




Parecía como si tratar temas sociales fuera banal o inútil, a fin de cuentas ¿qué puede hacer el arte? Por otro lado una chica presentó en su maqueta un proyecto en el que aludía a las constelaciones por medio de una instalación de luces: ''¿Eso no es problema de diseño?''. Entonces yo pienso, ¿si el arte es tan ambiguo y ''todo vale'' a qué viene esto? 


Dejo inconcluso lo anterior, sólo fue un paréntesis, una sugestión en una clase. 


Aunque mi idea inicial fue otra, duré divagando y saltando por muchos temas. Mis aproximaciones fueron dos de las tantas ideas: El tema de la esclavización de los niños y uno que trataba sobre la dilatación de las imágenes, la fuerza que puede tener sólo un fragmento como independiente de la totalidad de la imagen. 

Pero cuando llegué al espacio de exposición ninguna funcionaba, así que se cayeron mis ideas y me surgió una más. 


Tollota

Primer día: Mi primera impresión de ese lugar fue de ''masa megalítica'', un espacio bastante grande, y que además, en potencia para la interacción entre esos cuerpos muertos de máquinas de confección en desuso y la gente minimizada frente a estos monstruos. 

Mi espacio en ese universo fue como amor a primera vista, ese espacio ya era mío:



El montaje: Durante varios días de idas y venidas, mi novio y yo hicimos que tomara vida lo que estaba escrito en el papel. Tomamos medidas, hicimos una lista de materiales, el presupuesto y pusimos en marcha el proyecto. 



Inaguración: Viernes 3 de mayo de 2013. El momento que yo más esperaba de todo el proceso: cuando mi tata viera su cara en la exposición. Creo que no me importó nada más, ese era el momento importante para mí.








El resultado fue satisfactorio. Ese viernes en la noche pasé un buen rato con mi mamá, mi tata, una amiga de la familia, mi novio y yo, bebiendo un poco de vino y cerveza, mientras disfrutábamos de las obras de mis compañeros.



Agradecimientos:

A mi mamá y mi papá por la atención y dinero que me dieron. 
A mi mamá y a mi tata dejar que las expusiera en el proyecto.
Al profesor Paulo Licona por el espacio que nos concedió a la clase de Laboratorio de forma en el TOLLOTA. 







Tuesday, May 14, 2013

Cicatrices y memoria


—Era de noche y yo no vi nada, cuando sentí fue un estrellón y ese búfalo cayó al frente y lejos, lo maté. Otro camión mató otro búfalo, lo mandó también lejos.

—¿Y entonces?
—No, pues el dueño tenía la culpa, la manada estaba por fuera de la finca en medio del camino. Ahí uno no paga. Pero sí, tómele las fotos que quiera, ahí está el camión golpeado por el animal.





Las historias y las memorias se registran diariamente en los objetos, en el uso y desgasto. Dan cuenta del cuidado, del afán, del interes o descuido.


Los carros por su parte, tienen la particularidad de pasar a ser el objeto más preciado de los hombres al más despreciado, en especial con el paso del tiempo, o por el contrario se le asigna más valor. Cada carro personifica de alguna manera a su dueño, si es organizado y limpio se muestra y si no, también.


Lo especial de los carros es que en sus cicatrices están los desaciertos de los conductores, cargando los dos una misma historia. Las cicatrices y golpes hacen parte de la vida, del camino que se recorre, a veces con prisa. Y quién no se pregunta cuando ve un carro chocado en una grúa, o en medio de la carretera ¿qué pasaría? ¿cómo estarán las personas? y dependiendo del estado del carro, los rumores pueden hasta matar los supuestos pasajeros y crear épicas historias.






Como si tuvieran vida, los carros también mueren y tienen sus cementerios, y si nos son cementerios son alguna clase de ''ancianatos'' en donde los dejan tirados y olvidados, cual ancianito que no sirve pa' na. ¡Qué nostalgia! ¿no? Ya demacrados y tristes, sin que nadie los quiera ni desee. Que lo único que dan por eso, es lo que vale por peso su chatarrización. Y adiós anéctodas, capítulos cómplices y cuentos fantásticos. Finalmente son sólo un objeto.







Un cuerpo incompleto


El cuerpo no es suficiente, y si es suficiente, no estoy conforme.

Unas veces por idealizar, otras por experimentar, y otras por sobrevivir. Pareciera que nada es suficiente. El lienzo ya no alcanza para pintar o el yeso para expresar, ahora el cuerpo pasa a ser la “obra en sí misma”.

Unos hacen performance, y se autoproclaman artistas, pero otros que si conocieran cuan ambiguo es éste campo, podrían ser bienvenidos, pues sus experiencias desastrosas los harían “exitosos”. Cuando veo lo que gente como Flanagan hace en busca de una casi auto-destrucción de su cuerpo, pienso que si bien su obra hace parte entrar en una reflexión del dolor o la enfermedad o yo qué sé, entro en un absurdo cuando veo al mundo que en realidad sí es un performance por “sí mismo”. Y asimismo pienso ¿por qué Sterlac entra en una clase de arte con sus experimentos y expansiones del cuerpo?, ¿cree que no son suficientes dos orejas y necesita otra? Es decir, ¿por qué entrar en un estado de violación del cuerpo? Y no sólo los que dicen ser artistas con sus performances masoquistas como Marina Abramović, sino también aquellos que hacen performances con su cuerpo y que no saben que pueden ser artistas, como las mujeres que se transforman con sus senos siliconados, nalgas, labios, y hasta toda la cara inflada y postiza, o los travestis y transformistas, con su afán de llegar al cuerpo ideal.


Si yo me dejara embriagar de los complejos conceptos que traen detrás todas estas manifestaciones, podría caer en la trampa de reflexionar acerca del cuerpo y sus opciones como materia de uso, materia de arte como lienzo, del cuerpo enfermo; reflexiones acerca de los límites, del sufrimiento y dolor y eventualmente llegar a una catarsis.



Pero no, la reflexión me llega cuando dejo de ver los performances pensados y programados, llega cuando veo al mundo. Y me doy cuenta que la vida y lo que se podría llamar destino lleva a gente a límites, al profundo dolor, a la pérdida, a la necesidad del “cuerpo post-humano” para vivir medianamente normal. Que si Sterlac se hace implantes por experimentación y se pone cuerpos externos falsos, Gervasio Sánchez muestra cómo la gente sortea los rastros de la guerra, tras dejar a niños mutilados y con prótesis. ¡Qué artistas son ellos!, pero no lo saben. Éste fotógrafo es apenas un ejemplo de los verdaderos performances, pero son muchos, actuales y muy cerca a nosotros, gente que está en constante acción. Pero no los vemos, tal vez porque ellos no saben que son artistas.




Y mientras unos quieren llegar al dolor, al sadomasoquismo y a límites, otros, sin ser artistas ya padecen el sufrimiento por cosas de la vida. Pero ellos nunca quisieron ser performáticos de su propia vida, y sin embargo sus vidas serían toda una obra de arte si se pusieran en evidencia frente a una galería.


Friday, May 10, 2013

El gallo y el gato


¡Viyú, Viyú! ¡Cornelio, Cornelio! ¡Ramiro, Ramiro! Es la escena más clara, y tal vez la única que tengo de cuando yo tenía más o menos 4 ó 5 años. Sé que era esa edad porque ese día llegué del jardín en sudadera, ese día hacía calor y llegué a la casa con la lonchera y la chaqueta en la mano, y en la espalda la maleta. 

Recuerdo desde que camino por mi casa (la casa de mi tata), una casa muy grande, alargada como un corredor y sobre todo los enormes y numerosos espejos que van desde la entrada hasta la cocina, la mitad de la casa. Supongo que Ramiro, mi tío, el hermano de mi madre, me abrió la puerta ese día, y como de costumbre entró a su estudio, y también supongo que yo entré con la intención de buscar al nuevo y bonito gato que le habían regalado a mi tata (mi abuelita que está loca), un gatico negro. Mi tata decía que era de esos persas, o sea de esos caros y finos, y que se lo regalaron porque no había nadie que lo cuidara. Mi tío Juan Carlos el cubano, que no es tío pero yo le digo así, el cuñado de mi mamá, le puso Viyú. Recuerdo también que mi tata quería mucho al gato y una de las cosas que más le gustaba era que el gatico parecía un adorno de la casa, que si lo ponía en la mesita al lado de las fotos, ahí se quedaba muy juicioso, no era un gato brincón, sino más bien sedentario, como mi tata y yo. 
Y como la casa de mi tata está llena de gente loca, mi abuelito Eduardo llevó un día un gallo, Cornelio. Yo percibía el gallo de mi tamaño, lo que me hace pensar que yo era muy pequeña o el gallo era un gallo extraterrestre y era muy grande. Pero ese día, ese día seco y solitario (solitario porque los únicos en esa enorme casa éramos Ramiro y yo) crucé el patio y en el jardín estaba ese Cornelio, y yo grité. 
¡Viyú, Viyú! ¡Cornelio, Cornelio! ¡Ramiro, Ramiro! Para cuando decía el nombre de Ramiro yo ya iba por la cocina. La escena no la tengo muy clara, pero ese maldito gallo estaba matando de a picotazos a Viyú. Viyú estaba ensangrentado y acongojado, aún no había muerto. Yo corrí al estudio en busca de la inmediata ayuda de Ramiro, estaba impactada. 
Ramiro puso una sábana en la cama de mi tata y al gatico encima, y para darle calor y evitar que muriera, él planchaba la sábana. Yo lloraba, como siempre yo lloro, así que estoy segura que yo lloré, pero no por el gato (o de pronto sí) era ver a Ramiro llorando y diciendo: ''Viyú, no se muera''. 
De lo siguiente ya no sé más, se me borró el casette, como dice mi abuelito Eduardo, sólo sé que el gato murió. Por otro lado la historia de Cornelio está reconstruida por mi papá y mi tata. Mi papá que me contó que ese gallo llegó a la casa con el fin de que se hiciera sancocho de gallina. Me dijo que mi abuelito Eduardo lo llevó desde pequeño y lo crio, así que cuando llegó el tiempo de comerlo no lo quiso hacer. Mi tata continuó contándome que al gallo lo regalaron porque nadie en la casa lo quería, y mucho menos se lo querían comer, entonces se lo regalaron a Abigail, una amiga igual de viejita a mi tata. 

 

El arte de picar el ojo



El arte de hacer reír, el arte de las mentiras, el arte del ruido. El arte del cantante popular de vallenato o música norteña que lo presentan como el Artista del pueblo. El arte de los tatuajes, el arte de escribir, el arte de pintar, el arte de esculpir. Estamos llenos de arte, veo arte en la mancha de la pared, en el tiburón disecado de Damien Hirst cuya obra de arte está evaluada por 12 millones de dólares ¡claro, es arte! Arte todo aquello que está contenido en la galería, arte como concepción colectiva de lo ilustrado. El arte que parece ser sólo unas gafas que puede usar cierta población. 

Qué bonita la palabra arte, una palabra que nadie sabe y todos usan. Una palabra que como tronco de árbol se despliega por diversos caminos y de infinitas maneras. La palabra arte como un auxiliar de categoría, un auxiliar, como el do en inglés, que si se traduce al español no sirve para nada. Pero yendo hacia lo que se considera oficialmente arte, o sea, la música, el teatro, la danza y lo plástico, se reduce un poco el uso de la palabra. Ya no más artes farsantes (¿o no?), ya no más el arte del amor, el arte de la guerra, el arte de la memoria, el arte educar, el arte de Cartier, incluso el arte de la estrategia y de formulación de preguntas (y por pura curiosidad usted puede encontrar hasta el arte de comerse una uña si busca en google ''el arte de''). 


El arte violado, violentado, destruido, ultrajado, humillado, esclavizado, secuestrado, escondido, tergiversado; el arte como la prostituta de la iglesia católica con su inicio y desarrollo durante la edad media, cuando las maravillosas obras griegas fueron tachadas como pecaminosas por su contemplación y admiración al cuerpo; el arte oprimido y reprimido durante un buen tiempo. El arte que unos abusan, usan, se lucran. El arte del que otros se refugian, ritualizan, se sanan. Y que todos ''admiran'' (unos, porque otros se hacen los que admiran y por dentro piensan ¿esto es arte?). 


Sin embargo el arte nunca quiso ser arte. El hombre cavernícola no se empeñó en que su bizonte fuera una obra de arte recordada y estudiada por la eternidad, tampoco se auto-proclamó artista. Fue el pasar del tiempo y la tal ''evolución humana'' que se dio la tarea de buscar un término que enmarcara las aptitudes de hombres con capacidad de manifestar por medios diferentes su visión del mundo, claro, influenciados por un pensamiento colectivo. Una palabra que exaltara la representación, los sentimientos, la cultura, la imaginación, la abstracción, la memoria, la creatividad, el talento, la disciplina. Con una similitud simultánea entre el actor, el músico, el pintor, el escritor, el dibujante, el poeta, el escultor, el dramaturgo y es que todo su trabajo está dirigido a las personas, al mundo, al extranjero y al campesino, al niño y a la abuela. 

Por otro lado la cultura, el momento histórico, el lugar, y el artista son factores que modifican radicalmente el arte entre sí. Pues los motores que llevan a la expresión ''artística'' son como una huella digital, única. Representar el rito en la prehistoria, por ejemplo, los sentimientos, las sensaciones; la melancolía y soledad de poetas; la belleza, los sueños. 

El arte no es un auxiliar, el arte es un híbrido que va por el mundo como camuflado, está en todas partes, en todas lenguas. El arte es y no es. El arte para descansar, discutir, sufrir, padecer, disfrutar, admirar. El arte es.