Monday, June 17, 2013

Nadando sobre una piedra

¡La cocina es más grande! gritaba yo con emoción de pensar que Jefer y yo íbamos a tener más espacio para cocinar. 

Parecía loca abriendo los gavinetes, recuerdo muy bien que cambié el sitio de los cucharones, palas y esos tenedores que engordaron y son gigantes. Estaba haciendo una expedición.


La ciudad de noche era el panorama del cuarto de mis padres, estaba fascinada con la vista. La primera noche me detuve en el ventanal, las casas de colores vivos que se apreciaban en la calle del frente, la distancia difuminaban las formas y los colores, era una paleta de grises oscuros con un violeta opaco del cielo, no habían estrellas, sólo desordenadas luces amarillas hasta el horizonte. 


Jefer estaba conmigo, era tarde y pronto debería irse. Una de las empleadas 
estaba haciendo una ensalada de frutas con fresas y queso, yo me aseguré de que el plato le fuera servido a él antes de que se fuera. Había más gente con nosotros. 

Mi padre estaba cansado y se fue a dormir, mi mamá estaba conmigo cuando despachó a las señoras del aseo: ''No sabía del servicio del mercado que hay acá, mañana les compro café''.


—Mami, ¿somo ricos, o qué?

—No, lo que pasa es que me gané 12 millones de pesos y con eso di la cuota inicial del apartamento.

—¿Y las cuotas?

—A $26.000 pesos.

Un apartamento enorme en la 153 con 9na, en un décimo piso, una vista espléndida, una cocina tan grande como mi habitación de la anterior casa, amoblado elegante y con tres empleadas de servicio. Yo estaba perpleja, me sentía como niña rica.

Le vi un ojo reseco a mi mamá y le apliqué de las goticas que yo uso, antes de que se durmiera. Una gota en el ojo normal y un chorro en el otro ojo.

—♥—

Un día me fui a nadar, el agua era de color tierra y tibia, los chicos nadaban de forma normal y las chicas bocarriba, así que yo también nadé bocarriba hasta llegar al otro lado.

Había un camión medio hundido de un lado, y del otro había una piedra lisa amarilla que se levantaba hacia el cielo como una pared, yo había llegado a la piedra. Me dio por tocar el fondo, y lo que encontré a menos de estirar mi mano fue una textura plana y resbaladiza, toda tocando mi cuerpo, me asusté ¡Un animal, un animal! Yo, aún acostada en el agua, tratando de nadar y encontrar fondo, me di cuenta que era una piedra y que todo a su alrededor también eran piedras, el agua era absolutamente pandita, no pasaba de los 20cm.

8:13am, 8:15am ¡¿Qué?! ¡Tengo clase a las nueve! Y entre un zarpazo entre las cobijas y el piso me doy cuenta que no estoy en ese maravilloso apartamento entapetado y lúcido, estoy en mi cuarto y tengo que correr porque tengo clase de escultura a las 9am.


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