Tuesday, September 9, 2014

Vacío

No se había visto envuelta en tal sentimiento miserable en el alma. Sólo personas de su índole tenían el poder de causar dolor.
De alguna manera sostenía, por esta noción de dolor, su estado solitario y alejado. Se sabía a sí misma cobarde.
Habían cuestiones en su cabeza al respecto: Daniel. Ahora se podía parar a su lado y juntos ver a la gente bajo unos ojos devoradores e insensibles, pensó en preguntarle cómo había de soportar la desdicha de sentirse amado y no dar nada a cambio, salvo sonrisas falsas y besos vacíos.
Así fue como en carne propia vivió el papel de Daniel unos años después de haber terminado con así. 
El vacío, la mentira, todo a causa de fingir, de no herir y ser infeliz por dentro. ¿En realidad eso era? O tal vez había alguna clase de placer en ilusionar y nunca involucrarse. Esto supone un riesgo que no iba a correr con cualquiera. Y empieza desde el mismo punto de partida.


Juego, otra palabra, de esas que vi en sus ojos. Le advertí a su ceguera que le guiara por caminos planos sin fijaciones incómodas o momentos ridículos, más su ceguera me llevó por agujeros vacíos de insatisfacción, insaciable al paladar de ti, dijiste “Daniel no te dejo” pero tú cordura cedió a los colores del cielo y te fuiste junto con mi lugar entre tus piernas, mi hogar infinito, húmedo y tibio me abandonó. Los ojos volados que me mostraban el mundo ya no eras tú. Tú universo escondido se había liberado, nunca pensé que la claridad te llegara tan profunda para nunca regresar.

Mientes cuando dices sí y estas ausente. Tus besos son el aire, tú una roca. Un maldito marfil tallado. Te prefería zorra y regalada Daniel tú mis días mentira sonrisa juega estoy cansado de tus días confusos en blanco y sin ganas de mí. Vete entonces y vuelve la espalda para cuando rasgue tú vestido de tela del lago que si vas a ser mis crisis vas a ser la cura y me hundo en el mal de los rastros que dejó mi fracaso en tus labios por los besos que no sentiste las caricias que no te llegaron al corazón.
Vuelve tu espalda para que no veas mis ojos ultravioleta dilatarse.

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